Alguien había
extendido un rumor muy elaborado sobre mí, que yo estaba
en posesión de
un ser extraterrestre, y yo pensé que
sabía quién
era. Era Roger
Lawson. Roger era un bromista de la
peor clase, y
hasta ahora yo no había sido una de sus víctimas, así que
de algún modo
supe que mi turno había llegado. La gente aparcaba frente a mi
casa durante
horas y hacía fotografías. Tuve que correr todas las persianas
y solo salía
cuando era preciso. Entonces hubo una lluvia de
preguntas. "¿Qué
pintas tiene?" "¿Qué le das de comer?" "¿Cómo
lo
capturaste?" Y yo simplemente
negaba la presencia de un
extraterrestre
en mi casa. Y, por supuesto, esto les excitaba
aún más. La
prensa apareció y comenzó a merodear por
mi patio. Llegó
a ser muy molesto. Venían más y más y
aparcaban arriba
y abajo de la calle. Roger se lo curró
esta vez. Tenía
que hacer algo. Al final, hice una declaración.
Dije: "El tipo murió en paz mientras dormía a las 11:02
la pasada
noche." "Déjanos ver el cuerpo", pedían a voces. "Se
convirtió
en humo instantáneamente",
dije. "No te creo", dijo uno de
ellos. "No
hay ningún cuerpo en la casa o yo lo habría enterrado
por mi
cuenta", dije. La mitad de ellos se subió en sus coches y se
marchó. El resto
mantuvieron su vigilancia, pero ahora más serios.
Salí e hice la compra.
Cuando volví una
hora más tarde,
la otra mitad se había ido. Cuando entré en la cocina
casi se me cae
la compra. Había un tipo casi transparente
de un metro de altura con grandes ojos rosados. "¿Por qué
les dijiste que
estaba muerto? Eso fue una mentira", dijo. "Hablas
inglés", le
dije. "Escucho la radio. No fue muy
difícil de
aprender. También tenemos televisión. Pillamos todos los canales.
Me gustan los
cowboys, especialmente las películas de John Ford. Son las mejores",
dijo. "¿Qué
voy a hacer contigo?", dije. "Llévame
a conocer a un
auténtico cowboy. Eso me haría feliz", dijo. "Yo
no conozco a
ningún auténtico cowboy, pero quizás podamos encontrar uno. Pero
la gente se
volverá loca si te ven. Tendremos a la prensa siguiéndonos
a todas partes.
Será la noticia del siglo", dije.
"Puedo
hacerme invisible. No me cuesta mucho", dijo.
"Lo
pensaré. Wyoming o Montana podrían ser el mejor lugar, pero
están muy lejos
de aquí", dije. "Por favor, no te causaré
ningún
problema", dijo. "Necesitaremos hacer algún plan", dije.
Dejé la compra
en el suelo y comencé a guardarla. Intenté
no pensar en el
significado cósmico de todo aquello. En vez de eso, lo
traté como a un
niño inteligente. "¿Tienes algo de zarzaparrilla?",
dijo. "No,
pero tengo zumo de naranja. Es bueno para tí",
dije. Lo
bebió e hizo una mueca. "Voy a sacar los
mapas",
dije. "Veremos cómo se llega allí". Cuando volví
estaba bailando
en la mesa de la cocina, una especie de ballet, pero
muy triste.
"Tengo los mapas", dije. "No los necesitaremos. Acabo
de recibir un
mensaje. Voy a morir esta noche. Es de verdad un momento
feliz, y espero
que me ayudes a celebrarlo viendo Los
Siete
Magníficos", dijo. Me quedé allí con los mapas en la
mano. Sentí que
me cubría una tristeza insoportable. "¿Por qué has
de morir?",
dije. "El Padre decide estas cosas. Es problemente
mi recompensa
por llegar aquí a salvo y encontrarte", dijo. "Pero
te iba a llevar
a conocer a un auténtico cowboy", dije. "Imaginemos
que eres mi
cowboy", dijo.
http://www.poetryfoundation.org/learning/guide/240106#poem
© 2008, James Tate / de la traducción: José María Martínez, 2014
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