Te doy dos trozos del pastel de la tía,
mi pastel favorito del mundo.
Es un bizcocho que ella hace,
con el horno a unos 180º, creo.
No soy pastelera, pero sé
que un trozo me sienta bien.
Como madera pulida,
la tía no alcanza a llegar con sus pasos
allí donde acabo de espaldas.
Su hijo encima de mí, cuchillo
en mi cuello como tabla de cortar.
Me dijiste que existen muchas salidas.
Que nuestra amistad era un coche
en el párking, con el techo cerrado
y sin cierre de seguridad. Una vez rogaste
que alguien más capacitado
se presentara a este trabajo, y lloré
como el cabezal de la ducha.
No me sentía merecedora
de un segundo trozo. Qué delicioso
sabe hacer mi tía lo mundano.
Yo nunca he sido un bloque
de arcilla, quieto y sin forma,
pero estaba tranquila y relajada
al sacarme del horno. Y tú te comías
los dos trozos de bizcocho
aunque te pidiera que
guardaras uno para tu madre.
Y fingíamos enfado en la mesa,
en un comedor donde las juntas no
hacen ruido. Cervezas de malta, mano
a mano, burlándonos de una magia que
nuestra escasa yanquicidad no aniquilaba.
Y la pelea de broma que llega al final
en un mar de risas, porque
si traigo dos porciones
sé que las dos serán para ti.
Lo que trato de decir es
que temo que, si te comparto,
tú te marcharás.
-- un poema de Nabila Lovelace, de su libro "Sons of Achilles" (YesYes Books, 2018)
en versión española de Tive Martínez
Nabila Lovelace nació en Queens. Su familia tiene raíces en Trinidad y Tobago y Nigeria. Su primer libro de poemas examina el espacio liminar entre la violencia y la intimidad.
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