piquerel, 1 - m. Lucio joven; varias clases más
pequeñas de lucio norteamericano
piquerel, 2 -m. Pequeña ave zancuda, esp. el
correlimos, Calidris alpina
La veo con claridad, como si yo misma la hubiera
conocido:
la
mirada presta de Jane en el poema de Roethke
esa delicada elegía para una de sus estudiantes
que cayó
de
su montura. Mi verso favorito fue siempre su
sonrisa esquiva de piquerel. La chispa que cruza su cara
y
el río de mi pensamiento, tan rápida y brillante
y tímida como el plateado alevín de pez que,
visto
y
no visto, se esconde en las turbias aguas y las algas;
una espiral de verde y burbujas, todo lo que
deja atrás.
Estaba tan segura de la vitalidad de la chica muerta,
su sonrisa derribada, como por un traspiés,
hasta que una tarde
lluviosa de Cambridge, paraguas
en mano, me dirigí a la calle Magdalene al encuentro
de un viejo amigo. Traspasamos
la puerta de El Piquerel
bajo su letrero con el pez retorcido; tras una copa
la conversación recayó en
Roethke, su sonrisa de piquerel, y
yo tuve una de esas visiones, primero borrosa y luego
enfocada, como en un ajuste
óptico de la imagen, cuando descubres
cuánto tiempo has estado
viendo las cosas de manera equivocada.
Nunca había reparado que en cada estrofa, incluso en la
primera,
Jane es un pájaro: una
curruca o pinzón, inquieto polluelo.
¡Me había confundido de piquerel! En mi cabeza,
su
sonrisa evolucionó
abruptamente: ahora, el pico alargado
de un ave zancuda, un correlimos o agachadiza, apareció
en escena. Vi con una nueva
luz las temerosas zancadas
de la chica, su cabeza proyectada, su torpeza cercana
a la gracia, deambulando
sobre el espejo embadurnado
del lodo de un estuario. En
Homero, las erinias son criaturas
voladoras a las que las Musas cortaron las alas como
castigo.
En el Renacimiento, las
plumas les serán cambiadas
por una cola escamosa de sirena. En el emblema de Alciato
(impreso en Padua, 1618),
el grabado muestra un par
de doncellas con garras de gallina, que prometen
revelaciones
mántricas a un Ulises
ligado al mástil. Pero la subscriptio
habla de mujeres contra naturam,
provistas de partes
traseras de pez: pues la
lujuria produce monstruosidades.
O tomemos el comienzo del Ars
Poetica de Horacio,
donde amonesta a los poetas que osan demasiado y juntan
lo violento con lo manso,
serpientes con pájaros, creando espantos
tales, dice, como una bella cintura culminada en
un negro y horrible pez. La
chica-piquerel nada a través
del trampantojo de mi imaginación como un juego
de perspectivas, una
fotografía ondulada: pez por un lado
ave por el otro. ¿Pudiera ser que Roethke aludiera
al extraño doble sentido de
la palabra? Ni padre
ni
amante. Un tutor observa a la
chica respetuosa que
una tarde de invierno llama
a la puerta de su estudio,
y comprende la reticencia de Horacio a las fantasías.
-- un poema de Sarah Howe ("Loop of Jade" - 2015, Chatto Poetry)
-- versión española de Tive Martínez, 2015
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