domingo, 6 de septiembre de 2015

"SI TE HACE FELIZ ES BUENO ¿DE ACUERDO?"







-- una reseña de José María Martínez, 2015

No puedo evitar el chiste: Malos Pasos nació con buen pie en 2013 como blog en el que Álvarez & Hernández compartían textos literarios de su autoría. En la actualidad, su plantilla ha crecido con la incorporación (virtual o incorpórea, gracioso estoy) de otra pareja singular (eso también hace risa, haha), la formada por Sonrics & Rangel. Es lo más lógico que las primeras publicaciones de Malos Pasos, convertida ya en editorial independiente y low-cost, sean obras de sus cuatro miembros. Con tirada de 100 ejemplares en impresora casera, folios doblados y grapas, el cuarteto de Malos Pasos ha elaborado una colección de poemarios que destacan en un país tan prolífico como México, donde no escasean los poetas jóvenes. 

Comienzo mi desglose con "Los Versos Imaginarios" de Citlalli Vargas, autora debutante y, con seguridad, amiga de la buena gente de Malos Pasos —Ya sé que esto saca de quicio a más de uno, pero no sería normal no publicar en tu propia editorial a un amigo con talento por aquello del qué dirán. "Los Versos Imaginarios" me recuerda a "SERIAL", la obra colectiva organizada por El Gaviero en torno a la ficción televisiva. Vargas ha hecho una selección muy heterogénea de películas, con versos a partir de personajes y escenas conocidas de Alfonso Cuarón, Wes Anderson o Tarantino, y también de otros directores más o menos conocidos. El mejor elogio que se puede hacer a la autora es que sus poemas tienen doble lectura: una primera de reconocimiento, que pone a prueba nuestra cultura cinematográfica, y una segunda más profunda en la que funcionan por sí solos, con todo y sus resonancias.

Fernanda Álvarez nos lanza un globo sorpresa en "Te Invito A Mi Fiesta Del Fin Del Mundo".  Con una característica ironía desdramatizadora (o será dramatismo irónico?!?), escribe sus poemas de amor y venganza, de amores sencillos y venganza de la buena, inmersos en la irrealidad cotidiana. La jefa de Malos Pasos se mueve aquí con naturalidad entre el territorio LatLit y el de la nueva poesía sentimental a lo Elvira Sastre sin la parte cursi, y a lo Irene X con más punk mexicano. Álvarez es una poeta para quererla. A quien le de reparo esto de sentir cariño por un autor, le sugiero que busque en otro lado poetas más distantes o apolíneos. Porque Álvarez nos ofrece a raudales compañía y calor humano.

Más Elvira Sastre encontraremos en "Lola" de Iván Hernández. En un ejercicio de transexualidad poética, mucho más visto en poetas mujeres que suelen adoptar tradicionalmente un yo masculino, el joven Hernández se pone en la piel de una chica con baja autoestima que se enamora de otra a la que sientan bien los uniformes deportivos. El ejercicio es algo así como una ero-fantasía masculina lésbica que puede servir para rastrear los tópicos que los hombres nos hemos formado en torno a las mujeres y sus relacionamientos, pero también es cierto que, si la voz poética no se nombrara  a sí misma como femenina, el poemario funcionaría igualmente como prototipo de los amores adolescentes, con su fatalismo ingenuo y sus rimas.

Hernández es también el excelente autor de "Pixel", poemario de vocación generacional que se plantea la posibilidad de Internet y las relaciones virtuales que conlleva como refugio de doble cara: hogar y guarida de todos los horrores contemporáneos. "Pixel" no es una loa a la felicidad por las redes sociales, ya que "Internet no tiene todas las respuestas / pero afuera me siento como pez en el aire". Es la conclusión desoladora después de buscar el amor en omegle.com mientras, como ya dijo Berta García Faet, "pasa la vida sin aportarnos más que pizza".

Estos cuatro libros son la prueba de que la nueva poesía no puede contenerse en viejos moldes. Su amplia circulación intercontinental, ya sea en fotocopias o en pdf, es un reto para los editores de toda la vida. Son nuevos circuitos y nuevos formatos para la poesía. Nuevos lectores que buscan nuevos autores con los que comparten experiencias. Escribe Hernández: "No pierdas tiempo conmigo, / mi teléfono puede decirte quién soy, / mi computadora puede hablarte de mí./ No pierdas tiempo conmigo, / habla con mi celular". Y numerosos lectores se identifican con sus versos sin artificio.

¿Por qué el amor y otros sentimientos tienen que ser escenificados todavía en escenarios tradicionales, que llevan sin remozarse desde tiempos de los trovadores y  ya fueron explotados hasta su agotamiento? Antes se retaba a duelo: ahora se elimina de Facebook. Antes se enviaban mensajes secretos en flores y pañuelitos: ahora son notas de voz en WhatsApp. Los dioses y héroes mitológicos de antaño son hoy los protagonistas de series de TV e ídolos pop. Ni los nuevos poetas beben alcohol en antros urbanos. Sus lectores frecuentan más Starbucks que bares, donde leen y comparten poemas en sus pantallas, y su droga son los ansiolíticos. 

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