NIEVE
Mi padre era un borracho. Se casó con mi madre
al mes de volver de Rusia
con whisky en las venas.
En su noche de bodas, le habló
al oído de aviones a reacción y de nieve.
Le dijo esa palabra en ruso;
mi madre se enjugó las lágrimas y desplegó las palmas
de las manos entre sus omóplatos como las alas
de un avión. Más tarde, con la respiración
entrecortada,
él relajó la cabeza en sus muslos y la tocó,
extrajo dos dedos brillantes,
le enseñó lo que había dentro de su cuerpo,
lo más parecido al color de la nieve.
HUESO
Encuentro a una chica del tamaño de un quejido
viviendo en el cuarto de los huéspedes. Se parece a mí
con quince años
toda pulpa y pimienta.
Pasa el día entero en el cuarto
midiéndose los muslos.
Su cuerpo es un largo gemido.
Reparaste en ella en el portal.
Por la noche mientras estábamos acostados el uno junto
al otro
escuchándola vomitar en nuestro baño,
me dijiste que querías salvarla.
Claro que sí;
eso es lo mejor que sabe hacer:
volverte loco con la necesidad
de ayudar.
Tenemos los mismos labios,
ella y yo,
de esos en que los hombres piensan
cuando están con sus esposas.
Se muere de hambre.
Me miras a los ojos cuando nos cuenta
que a su padre le gusta pegar a las chicas
en la cara.
Os oigo a los dos en el cuarto de los huéspedes.
De qué tiene hambre.
Qué puedes darle para que quede harta.
Qué puedes hacer que no harías por mí.
Me cuento las costillas antes de dormir.
-- Warsan Shire, "Teaching my mother how to give birth" (Mouthmark, 2011)
-- traducción de José María Martínez, 2015
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