miércoles, 25 de diciembre de 2013

"CORTE" de SYLVIA PLATH



Qué espeluzne--
Mi pulgar en vez de la cebolla.
La punta se ha volado
si no fuera por una como bisagra

de piel,
que cuelga como sombrero,
blanco de muerto.
Luego la felpa roja.

Puritanito,
el indio te ha rebanado la cabellera.
Tu cresta de pavo
rueda como una alfombra

directa desde el corazón.
Yo piso sobre ella,
aferrada a mi botella
de espumante rosé.

Una celebración, eso es.
Brota un millón de soldados
de una brecha oportuna,
casacas rojas, todos a una.

¿De qué bando son?
Ay, Señor
Homúnculo, estoy apañada.
Tomé una píldora envenenada.

El leve
tacto de papel.
el saboteador,
el kamikaze--

la mancha de tu
gasa Ku Klux Klan
Babushka
se oscurece y se ensucia y cuando

la inflada
pulpa de tu corazón
se enfrenta a su ridículo
molino de silencio

solo hay que verlo---
veterano trepanado,
niña sucia,
dedo lelo.

©  The State of Sylvia Plath  ( traducción de José María Martínez, 2013 )

lunes, 9 de diciembre de 2013

"MORTINATOS" de SYLVIA PLATH



Estos poemas no viven: es un triste diagnóstico.

Desarrollaron los dedos de pies y manos bastante bien,

sus frentecillas rebosantes de concentración.

Si fallaron a la hora de andar como la gente

no fue por falta de amor de madre.



¡Oh, no puedo comprender qué les pasó!

Tienen la forma y el número correctos, y cada pieza.

¡Se les ve tan monos en el fluido como en conserva!

Sonríen y sonríen y sonríen y sonríen para mí.

Y aun así sus pulmones no llenan y a latir no comienzan.



No son cerdos, no son siquiera peces,

aunque tienen un aire porcino y blanducho--

Sería mejor que estuvieran vivos, y lo estaban no ha mucho.

Pero están muertos, y su madre casi muerta de confusión.

Y miran fijo con espanto, y no hablan de ella ni un tanto.

©  The State of Sylvia Plath  ( traducción de José María Martínez, 2013 )

viernes, 6 de diciembre de 2013

"DOCTOR SLEEP" de STEPHEN KING



Con "Doctor Sleep", S. King retoma el personaje de Danny Torrance, el niño que en "The Shining" vivía la peor de las pesadillas: que tu querido papi se convierta en un monstruo sanguinario. Por cierto, si solo has visto la película de Kubrick, NO HAS LEÍDO la novela; algo tal vez indispensable para comenzar con esta segunda parte.

Las palabras clave de este nuevo libro son REDENCIÓN y COMPASIÓN.

Veremos así cómo se redimen o son redimidos todos los protagonistas y secundarios de "The Shining", los que quedaron vivos y los muertos, incluyendo papá Torrance y la rijosa Mrs. Massey -sí, ESA VIEJA PODRIDA de la bañera que viene a darte un morreo-, el más famoso y espeluznante de los fantasmas creados por King.

También compasión, mucha compasión, en forma de una especie de psico-eutanasia -la postura del narrador es lo suficientemente ambigua para permitir esta interpretación-, ejercida sobre los enfermos terminales. La mirada compasiva también desciende sobre los malos, en este caso unos vampiros que se alimentan no de sangre sino del hálito vital de sus víctimas, con preferencia por los niños raritos. La estilización del mito no impide la efusión de fluídos corporales y vísceras a lo largo del libro, así como el despliegue de humor escatológico marca de la casa -¡te partes el culo con el tío Stephen!

Los malos se llevan, pues, su merecido, pero no sin que sintamos pena por ellos -y mira que son malos- y en lo posible sin ensañamiento. ¿Hay qué matar a un asesino? ¿cómo hacerlo, en caso afirmativo?, son algunas de las muchas preguntan que resuenan tras la lectura.

Las otras palabras clave son SUPERACIÓN y AUTO-CONTROL.

Al principio de la novela, un Danny Torrance adulto ha seguido los pasos de su padre -y de su abuelo- y se ha convertido en un alcohólico violento. A partir de ahí, cuando llegue a lo más bajo, comienzará su árdua recuperación. Todo un homenaje a Alcohólicos Anónimos que está basado en la experiencia de adicción y abandono de la bebida por parte del propio autor en su juventud -precisamente, en la época de la escritura de "The Shining".

Un segundo personaje protagonista de "Doctor Sleep" es la niña Abra, que debe aprender a doblegar sus mortales arranques de ira a lo Carrie. Abra es un personaje inolvidable y complejo que da para una tercera parte de esta SAGA DE LOS TORRANCE.

Como ya es habitual, Stephen King usa magistralmente el terror, el thriller y el drama para hablarnos de otras cosas. La novela es algo más que "Alcohólicos Unidos contra el Mal", o que la asombrosa historia de un conserje, un jubilado y un pediatra que luchan contra la reina sexy de los vampiros. Pues no hay mayores miedos que a la soledad, la vejez y la enfermedad. El propio Dan Torrance llega a sentir mayor temor a contar en público la historia de cómo su miseria tocó fondo que a vérselas con unos monstruos. Que, por descontado, viven dentro de nosotros y en el centro de todos los placeres y los horrores: la propia familia.

domingo, 1 de diciembre de 2013

TRES POEMAS de SYLVIA PLATH



BONDAD


La bondad se desliza por mi casa.

Dama Bondad, ¡es tan amable!

Las joyas azul y rojo de sus anillos fuman

en las ventanas, los espejos

se llenan de sonrisas.



¿Qué hay tan real como el llanto de un niño?

El llanto de un conejo pudiera ser más salvaje

pero carece de alma.

El azúcar lo cura todo, dice Bondad.

El azúcar es un fluido necesario.



Sus cristales, una pequeña cataplasma.

¡Oh, bondad, bondad

que con dulzura recoges los pedazos!

Mis sedas japonesas, mariposas desesperadas

tal vez alfileteadas en cualquier momento, anestesiadas.



Y llegas tú, con una taza de té

arremolinada en vapor.

El chorro de sangre es poesía,

no hay cómo pararlo.

Me entregas dos niños, dos rosas.

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AMAPOLAS EN JULIO


Pequeñas amapolas, pequeñas llamas del infierno,

¿no hacéis daño?



Vaciláis. No puedo tocaros.

Pongo mis manos entre las llamas. Nada se quema.



Y me deja exhausta miraros

vacilando así, arrugadas y rojo claro, como la piel de una

       boca.



Una boca recién sangrada.

¡Pequeñas faldas sanguinolientas!



Hay vapores que no puedo tocar.

¿Dónde vuestros opiáceos, vuestras cápsulas nauseabundas?



¡Si yo pudiera sangrar o dormir!--

¡Si mi boca pudiera amarrar una herida como esa!



O vuestros licores se filtraran hasta mí, en esta cápsula de cristal,

dejandome tonta y calmada.



Pero descolorida. Descolorida.

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INVERNANDO


Este es el tiempo tranquilo, no hay nada por hacer.

Puse a girar el extractor de la comadrona,

ya tengo la miel,

he llenado seis tarros,

seis ojos de gato en la bodega



invernando en un oscuro sin ventana

en el corazón de la casa

junto a la compota rancia del último inquilino

y las botellas de brillos vacíos--

el gin de Sir Tal-y-Tal.



Este es el cuarto en el que nunca he estado.

Este es el cuarto en el que nunca podía respirar.

Lo negro se arracimaba allí como un murciélago,

sin luz,

excepto la linterna y su débil



amarillo chino y objetos espantosos--

negra obstinación. Ruina.

Posesión.

Son ellos los que me tienen.

Ni crueles ni indiferentes,



tan solo ignorantes.

Este es el tiempo de espera para las abejas-- las abejas

tan lentas que apenas las reconozco,

en fila como soldados

hacia la lata de sirope



para compensar la miel que les he quitado.

Tate & Lyle las pone en marcha,

la nieve refinada.

De Tate & Lyle viven ellas, en lugar de flores.

Se lo llevan. El frío se instala.



Ahora se ovillan en masa,

negra

mente contra todo ese blanco.

La sonrisa de la nieve es blanca.

Se extiende afuera, un cuerpo un milla de largo de Meissen,



hasta el cual, en días templados,

solo pueden acarrear sus muertos.

Las abejas son todas mujeres,

doncellas y la gran real señora.

Se han quitado de encima a los hombres,



los brutos, torpes patosos, los palurdos.

El invierno es para las mujeres--

la mujer, detenida en sus labores,

junto a la cuna de nogal español,

su cuerpo una bombilla en el frío y demasiado ocupada para pensar.



¿La colmena sobrevivirá, los gladiolos

conseguirán alimentar sus fuegos

para comenzar otro año?

¿A qué sabrán las rosas de Navidad?
Las abejas vuelan. Saborean la primavera.

©  Sylvia Plath , 1962-63 ( traducción de José María Martínez, 2013 )

POEMA SOÑADO

  Quem vem vindo ali / tá capengando numa perna só Só pode ser coisa ruim / como bem já dizia minha vó (Paulo César Pinheiro) Nuestra casa, ...