Salgo a recorrer las tierras
baldías
sin rumbo aparente por una senda
calcinada.
Las cañas muertas se deshacen
como huesos bajo mis pies.
Me detengo ante el barranco y
pienso
que es fácil dejarse caer y
acabar roto
contra el polvo y las raíces
exhumadas.
Un escorpión cruza entre mis
piernas
al borde del abismo,
quizás un lagarto,
o puede que sea una columna de
hormigas.
Escucho el canto de pájaros sin
rostro
ocultos en los brotes de un árbol
ceniciento.
Hacia él retrocedo. Los pájaros
callan,
y yo arranco una ramita artrítica
como el dedo de una vieja.
Retiro su corteza con los dientes
y mastico sus agujas para extraer
un zumo acre
que raspa en la garganta y así me
reconforta.
Paso la tarde recostado contra el
tronco,
mientras escucho el contrapunto
disonante
de los pájaros que han vuelto a
cantar.
Entre las ramas, queda
balanceando
la sombra de un ahorcado.
© José María Martínez,
2013
(imagen extraída de
http://bellesmaladies.tumblr.com/post/62655620608)
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