El mundo está lleno
de agentes dobles
que cumplen con disciplina
su horario laboral.
Vestidos con uniformes anodinos,
abren y cierran ventanas
de Windows,
destruyen archivos,
llenan y vacían papeleras,
en fin, almuerzan.
Al caer el sol, las casas se llenan
de gentes nobles
que se desprenden de sus zapatos
y en calcetines miran la tele
o escuchan un cuarteto de Schubert,
hacen el amor antes
o después de hacer la colada,
juegan con los niños a la consola,
toman leche
cuando van a dormir.
Entonces, al amparo de las tinieblas,
se enfundan sus pijamas de lycra
y combaten el mal,
o acaban con la vida de inocentes
arrasando hogares
y rascacielos de oficinas,
hacen todo lo que se les ocurre
porque son libres
en la noche
de los enmascarados.
© José María Martínez, 2013
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