Estás tan horrible
cuando te ríes.
El rostro, todo descompuesto.
No te rías más,
que me das miedo.
Esa súbita licantropía.
Ríe el can, ríe el lobo.
En la noche, resuenan las risas
de la hiena y el cocodrilo.
No pierdas tu humanidad.
Solo el mono da carcajadas.
Serénate.
Componte.
Ya lucirá para siempre
la blanca sonrisa de tu calavera.
© José María Martínez / Tive
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