Con ropas y coche de rumano
acude al trabajo
el rumanoide,
un ser robotizado que no habla
la lengua común.
Su casco abollado oculta un
corazón mecánico
que repite en bucle viejas
canciones infantiles,
mientras cumple con sus labores
ajeno al exterior.
No reconoce los nombres.
En la calle, no ve los pájaros ni
los árboles.
(no
los hay o no son los suyos)
Nadie lee sus libros ni oye su
música.
(nadie
lee y no suena música)
Ya casi no es humano.
Solo le queda el reúma.
© José María Martínez / Tive
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