Este organismo
fláccido,
esta ameba desparramada
al borde de la cama
quisiera ser albatros y volar
al borde del acantilado.
Diríase mejor león marino o morsa abatida,
narval desamparado en su prisión de hielo.
Ahora mismo tiene la fuerza de voluntad
de una medusa
abandonada en la arena.
Entre sábanas enredadas, su ilusión
se debate
en
lecho de algas
con una fiebre de cuarenta grados.
© José María Martínez / Tive
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