Bien por Libros
En Su Tinta, por la edición en condiciones del debut de Lucía Domínguez —así tendría que ser el estándar de impresión en nuestro país, y no el
papel del culo que se nos vende con letra de hormiga y tinta invisible.
Pero, por otro lado, no me convence la ilustración
de portada: un óleo fetichista de L. E.
Gav Thorpe. A primera vista, le da un toque de fantasía sicalíptica, cuando
resulta que el tema de la novela es el contacto brutal con la realidad.
Ilustración sepsi
y título explícito pueden llevarnos a pensar que vamos a leer una de esas
memorias eróticas de ninfómana o lolita —tras las que muchas veces se esconden señores
autores barbados. O, si no pasamos de las primeras páginas, que se trata de un
revival de aquellas novelas ochenteras, de cuando se estilaban los testimonios y
confesiones con foto de Linda Blair
en la cubierta.
"Follar"
es otra cosa. Luci nos hace sentir en primera persona lo que es aguantar con
paciencia todo un desfile de individuos impresentables entre sus piernas. No es
que, como ella misma dice, no tenga éxito con los hombres: es que ella es un
imán para colgados y garrulos. Algo así como la Hanna de "Girls",
con la que comparte pasión literaria.
Follar por aburrimiento. Por inercia. Por soledad.
Pero principalmente por compasión, en unos escenarios (pisos compartidos, váteres
de garito, rellanos, solares) desoladores donde los únicos momentos de ternura
se deben al alcohol y las baladas heavies.
Cuando sucede el único de los momentos de verdadera
química sexual, significativamente en ausencia de 'romanticismo' pero con verdadera
conexión de iguales, entonces dan ganas de aplaudir, como anteriormente daban de abuchear a los
babosos partenaires —y no hago demasiado spoiler si adelanto que dicha conexión
está condenada a ser fugaz.
Si se quiere, se puede hacer de "Follar" una lectura feminista o política. Luci busca
pareja, busca casa y trabajo. Lo mismo ocurre con el resto de personajes que
entran, salen y desaparecen de su vida. Todos viven en condiciones muy precarias,
en la periferia de Barcelona o en uno de esos pueblos costeros catalanes con
tiendas de bisutería a lo Bolaño.
Pero la autora nunca hace una denuncia muy explícita. Este es uno de los aciertos de la novela. Como las pinceladas
grotescas que definen personajes y escenarios. Siempre con la ternura mezclada
con el humor más bestia.
"Follar" interactúa sin saberlo con otras dos novelas debutantes publicadas
este año. Por ejemplo, es el reverso oscuro de "Las brillantes luces de la
ciudad" de Daniel Rabal
Davidov. Ambas comparten gran urbe y escapada a pueblo de mar, ambientes
musicales y personajes secundarios que van y vienen, como en la vida misma.
Pero, ¡qué distintas son!
La otra novela, también titulada en infinitivo, es "Partir"
de Lucía Baskaran, ciertamente emparentada
aunque divergente en construcción y estilo —"Partir" es mucho más 'novela'
. Las dos Lucías se entregan en los detalles escabrosos, les puede el humor
negro. Las dos sufren la idiocia, cuando no la violencia, de los hombres —llamar 'machos' a
estos incompetentes sería un halago.
La protagonista de "Partir" es mucho más estirada y cruel, mientras que Luci
es un trozo de pan del que todos mojan —pero da lo mismo, ambas son igual de frágiles.
"Partir" y "Follar" acaban emparentando a
su vez con la crónica de la enfermedad mental de la pionera "La
campana de cristal" de Sylvia
Plath.
-- "Follar" de Lucía Domínguez ha sido publicada por Libros En Su Tinta, 2016
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