martes, 17 de mayo de 2016

PASEO DE CAPERUCITA, por Kate Durbin


Hedor de primavera, el mundo jadea con lascivia.
Madre olfatea el sexo desde la ventana de la cocina.

Leñadores desnudando árboles,
Amas de casa montando sementales.

No es un mundo para niñas pequeñas, dice,
Dándose la vuelta y sonriendo

Sin dientes
(No estamos seguros de que Madre los tenga)

Caperucita de grandes ojos y labios temblorosos,
Con tu chal de piel de zorra que cosió la Abuelita.

¿Cuándo contarás a Madre
Que la primavera se contonea camino de casa?

Bultosdecarne brotan de tus clavículas;
Un bosque furtivo se desliza entre tus agujeros ocultos.

Rezando ante las llamas,
Pides al fuego del hogar que chamusque tu nuevo pelaje,

Mitiga la peste de sangre vívida.
Hay quien hace sus oraciones con el culo.

En el violeta que precede al alba
Despiertas con manchas en las sábanas.

Rostros de vampiro en la ventana de tu cuarto
Azuzándote con amistosos colmillos.

Estabas asustada.
No estabas precisamente arrepentida.

Madre te ordena adentrarte en los árboles,
Para entregar huevos y leche a la Abuelita,

Que está tan vieja que no sirve para localizar
Hendiduras de gallina, ni apretar tetas de vaca.

¿Seguirás el camino o te desviarás?
Claro que te desviarás, eres una perdida

Encuentra a tu lobopríncipe,
Tópate con sus dientes desnudos.

Cuando lo hagas, no lo entregues
Todo de vez, solo despierta su apetito.

(¿Fuiste instruída en esto,
o lo aprendiste por instinto?)

¿Pero qué es esto?
En la puerta de casa de la Abuelita,

Falsa timidez, sonrisa de manual,
Extiendes tu dedo corazón.

Pequeña Caperucita, pedazo de puta lista, con esa precisión animal de 60/40
A media milla divisas la garra en la ventana, que te hace señas,

Y ese picaporte que no es picaporte. Zarpas de la Abuelita,
Despertaron tu apetito.

Seddesangre, hambredepiel, tufo seductor de tierrapelocarne —
¿De quién es la panza que aúlla?

No vamos a entrar,
O sí


 -- “Little Red’s Ride” es un poema de Kate Durbin, incluído en The Ravenous Audience (Black Goat/Akashik Books)

-- traducción de Tive Martínez, 2016 

jueves, 5 de mayo de 2016

Y ENTONCES LLEGA LA TORMENTA, por EILEEN MYLES




No conozco a nadie ya
que aguante en pie
toda la noche.
Sería divertido
oír que alguien
cansado de verdad
llega andando
sube los escalones
y llama a la puerta.
Ven aquí
a compartir la lluvia
conmigo. Tú.
Sería fantástico asistir
al estremecimiento
del universo. Qué viejo
debe de ser todo,
todo esto.

Qué lento va, humeando
el café, una mañana preciosa,
los pelitos más pequeños
se hacen visibles
en la piel de los árboles.

Es lo que más me gusta,
no lo sabe nadie

la dulzura, cuando mueve
tus labios en silencio.
Y te cierra los ojos toda la noche.

Es mucho mejor
despojarme
del terror, y que la luz
pase a través
de la pintura que adherí
en la ventana,
antes, cuando estaba asustada.

Es genial, realmente genial.
Los árboles sostienen el mundo
y el tiempo
se mueve lento.

Siquiera un cuerpo se desvanece
y escoge un lugar
en cualquier lado donde
me gustaría poner el hocico
y planta un corazón
en el mundo
sin voz.

Llamo a la puerta.
Es ridículo. Oír
el eco de regreso,
protegerme con el brazo

para detener esos putos
trailers, mis pretensiones
de disolverme
en esa dulzura.






-- un poema de Eileen Myles, incluído originalmente en su libro "Not Me" (Semiotext(e), 1991)

-- traducción de Tive Martínez, 2016

-- fotografía de Chris Felver / Getty

 

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