lunes, 20 de julio de 2015

Dos poemas de Yrsa Daley-Ward




-- traducción de José María Martínez / Tive


Lo que el amor no es

No es una estancia de cinco estrellas. No es
felicitaciones y nunca nunca es
zalamerías.
Es sólido. No es dulce sino
nutritivo
siempre condimento, siempre sal. A veces
arena.
Es ahora y hasta el final. Nunca es un
trozo, nunca un poco
es ración completa
es todo
y mucho más y es real
nunca bonito nunca limpio. Apesta: lo puedes
oler a su llegada
es una carga
es una carga y tan pesada que
a veces no sienta bien. Es incómodo: no
es lo que se ve en las películas. Solo
las canciones lo intuyen
es desigual
es difícil
y siempre siempre
te sorprende.



Salud mental

Si vas andando por un pasillo con una
débil tonalidad fluorescente
junto al pescado en conserva y los guisantes en lata
el tubo de luz arriba, las baldosas rotas
debajo
con la conciencia de que la mayoría de las cosas
son inútiles
y sientes el impulso de acabar con todo
no te detengas. Llama a un amigo.
Llama a tu madre si la tienes
y, si puedes aguantarla,
escúchala hablar del precio del
pescado en lata y los guisantes en conserva.

Llama al servicio horario. Cualquier
hora que te digan será la hora
de cambiarlo todo.
Sal del puto pasillo.
No vayas a donde venden
dulces, ganchitos, bebidas,
amor instantáneo o billetes de lotería.

Observa que afuera está la gente
calles en línea más vacías que
tu interior,
cielos más oscuros que el tuyo.
Mira por ti, porque la ayuda
nunca vendrá de los demás.

Si eres uno de esos que corren
por la ciudad como locos,
gente de esa que salta de lo alto de
edificios con cristaleras y poca
respiración
si no consigues arreglar lo que se rompió
si te sientes enjaulado demasiado
tiempo en una torre muy alta en un
estado de ánimo por los suelos
harto de canales de TV y comidas de TV.
Harto de galletitas, chocolate
postres, pastel y harto de vino pero
sin amor en kilómetros y kilómetros.

Si hoy no te has levantado para ir al trabajo
si la tarde se te ha hecho eterna
y el silencio no te deja dormir,
si solo recuerdas cómo se respira
adentro y afuera como las olas que forman
las tiras de un ventilador,
si lo dejas para más tarde,
descolgando el sol con tus
oraciones, sal de la puta cama.
Derriba las putas paredes. Abre la
ventana
aunque llueva. Aunque caiga nieve.

Escucha las campanas de la iglesia.
Entiende que por muchas veces que  
suenen será la mitad del número de cambios
que tienes que hacer.

Deja de intentar morir. Cumple tu tiempo
aquí.
Apáñate con tu tiempo.

Limpia la nevera.
Tira a la basura la leche de soja. La leche de soja
la hacen con lágrimas de niños. Pon
flores en la mesa. Ponlas en una
jarra medidora. Trocea verduras crudas si
las tienes.
Entiende que si tienes hambre de
algo pero no sabes de qué
entonces estás, más que menos, tan solo
sediento de amor
apenas aburrido.

Cuando la sangre de tu cuerpo esté
demasiado cansada para circular,
cuando los huesos te pesen aunque
estén huecos
si has pasado de los treinta
celébralo
y si todavía no,
alégrate. Entiende que en la vida
llega un momento en que la suciedad se asienta
y de su patrón se forma una imagen.

Si sueñas con la ciudad pero vives
en el campo
ordeña las putas vacas
vende las putas ovejas.

Entiende que ellas te bendecirán
desde las fotografías de los cartones de leche o
dando saltos en frondosas colinas esperando
que alguien las cuente para comenzar su
sueño.
Verás que ellas nunca te lo impidieron.
Que eras tú, solo tú.


-- poemas de Yrsa Daley-Ward, escritora inglesa de madre jamaicana y padre nigeriano, extraídos de "Bone" (CreateSpace Independent Publishing Platform, 2014)

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