miércoles, 29 de enero de 2014

en la muerte de Zipi (o Zape)

Disculpa la gracia, Zipi

—¿o tú eras Zape?

pero ya me lo olía desde ayer

cuando fui a cambiaros el agua

y me pareció que había muy poco trajín

en una jaula que siempre vibraba

con vuestro bullicio.

Hoy el tufillo era más que evidente;

aparté la casita, y allí estabas,

aplanado y seco,

en extraña postura.



Qué bien cumpliste tu papel de heraldo.

Has sido un roedor ejemplar, un espejo

de vida para nuestro primogénito:

beber y hacer pipi

comer y hacer caca

dormir, despertarse

correr, jugar, explorar

husmearlo todo con esa naricilla

escalar lo imposible

un salto mortal y caer blandito

pelear con tu compañero

morder la mano que te acaricia

hacer risa, mucha risa y luego

morirse, que es lo suyo.



No sabes cuán agradezco, ratoncito,

tu breve estancia entre nosotros.

Tú has sido su primer muerto.

¡Una notícia que saldrá en el telediario!

Te hemos enterrado un poco a lo bruto

en una bolsa de plástico junto al resto de bolsas

en el contenedor de basura.

Aquí no somos muy de ceremonias,

pero igual hemos llorado al volver

y encontrar tan solo a Zape

—tú eras Zipi, ¿verdad?

con los carrillos bien llenos, eso sí,

porque ahora son para él

todos los granos de maíz y todos los palitos.

—pero esto qué es, ¿un león

o un hamster?




© José María Martínez (Tive), 2014

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