Un espectro atraviesa el
desierto sobre ruedas.
Va ataviado como el Elvis
más oscuro,
pero debajo del cuero solo
hay huesos vacíos.
No tiene familia ni
amigos.
Nadie a quien rescatar,
nadie de quien huir.
La víbora y el coyote son
los únicos testigos.
Si alguien más llegara a
verlo, juraría
que esa mueca macabra
entre llamas del infierno
esconde un monstruo feliz.
© José María Martínez,
2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario