Salgo del hotel, empujado por el jet-lag.
Hay montañas de nieve en las aceras desiertas.
La pista de patinaje está congelada.
Como quien lanza un conjuro, marco el código numérico
que invoca tu presencia a través del satélite.
Detrás de tí, nuestra perrita parece que ladra
a los pájaros que picotean la escarcha sucia del suelo.
En un rapto de inspiración, enarbolo el teléfono móvil
y lo encaro hacia los rascacielos. Tu voz
se enfrenta a los árboles desnudos de Central Park.
© José María Martínez / Tive
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