¿El libro feminista de Stephen King? Ni tanto —y no
es que tenga que demostrar nada al respecto el autor de “Carrie” y “El juego de
Gerald”. Según nos dicen, la idea de esta novela la tuvo Owen, el segundo hijo
escritor de la dinastía King. ¡No puedo más que imaginar cómo habría sido si
mamá Tabitha hubiera metido mano! Pero es lo que hay, este declarado ‘cuento de
hadas’ oscuro, del tipo de hadas que disfrutan volviendo todo del revés y
poniendo a los humanos en compromiso.
El hada del cuento se llama Eve Black y recuerda mucho,
en su apariencia, a la Poison Ivy del Universo Batman. La cosa es que este ser,
entidad, avatar —no se sabe— se presenta en una pequeña localidad de los Apalaches
haciendo gala de una fuerza física descomunal y un despreocupado gusto por las
matanzas. Su llegada se acompaña de una plaga que cubre a las mujeres de todo
el planeta en un capullo a modo de mariposas nocturnas. Solo se salvan aquellas
que no caigan dormidas, por ingestión de sustancias más o menos lícitas, por
insomnio o por propia voluntad.
El resultado es que el mundo se vuelve, definitivamente, un mundo
de hombres. Aquí es donde entraría el tema feminista de la novela. Os podéis
imaginar qué puede suceder a partir de ahí, visto el talento del autor para
crear palurdos y polis de gatillo fácil. El mundo de los hombres sin mujeres
es un mundo violento de alcohol, asaltos y otras violencias.
No voy a dar más detalles de lo que sucede, solo que el mundo de
las mujeres —el de las pocas que quedan en pie, y un nuevo mundo que se abre en
otra dimensión para las dormidas— tampoco es ningún paraíso. Aunque el
personaje más desagradable y estúpido es un hombre, que como tal se llevará su
merecido, Stephen y Owen King no están por la labor de embellecer o idealizar
un mundo tan solo femenino.
¿Qué pretenden, entonces, padre e hijo con sus bellas
durmientes? Pues para comenzar, contar una historia fantástica, con el toque
gore y el humor negro marca de la casa, en 700 páginas. Como tal, funciona de
maravilla, y es todo un ejercicio de coreografía con sus 70 personajes, nombres
y apellidos, pelos y señales. La reflexión sobre el machismo y la violencia
quedan para el lector, que ya sabe lo que piensa Stephen King sobre Donald Trump y el uso
de las armas fuera del campo de la ficción. No es una novela de tesis. Es todo
un espectáculo, con sus explosiones y su sangría.
Hay material para la reflexión, si se quiere —también una
intrigante simbología de pavos reales, polillas y tigres albinos— pero ni sus
diálogos que reproducen todos los tópicos de la actualidad, ni la inexistente
moraleja, se prestan a ello. Hombres y mujeres se reparten su ración de maldad,
vulgaridad, vileza. Aquí no hay ganadores ni premiados y sí bastantes fatalidades.
Como contrapunto para la esperanza, hay algunos personajes femeninos a los que
les va mejor y muestran cierto heroísmo frente a otros masculinos que optan por
la destrucción o el suicidio.
Me hubiera gustado un poco de mayor profundidad porque la novela
se queda en la acción, una vez puesta en marcha con su magnífico despliegue de
personajes. También hubiera apreciado ver cómo resolvía la situación incluyendo algún personaje transgénero, ya que no faltan parejas del mismo sexo a lo "Orange is the new black" ¿Lo es Eve Black —o quizás es agénero— que llega a hacer mofa de la Diosa o encarnación femenina de un Creador hembra? He echado de menos también al Stephen King más interior y
‘literario’. Por una vez, un libro suyo puede leerse traducido sin pérdida de
estilo y, en mi opinión, esto le hace perder intensidad y escalofrío.
Me gusta mucho el qué-pasó-después habitual en las novelas del
King. ¿Qué hacen las personas después de sobrevivir a la tragedia? ¿Cómo lo
soportan? En este libro hay todo un capítulo dedicado a contar que la vida
sigue. No hay salvación, pero suceden cosas que te llevan adelante.
--una reseña de Tive Martínez
-- "Sleeping Beauties" Stephen King & Owen King (Hodder & Houghton, 2017)
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