No he tenido ocasión de
leer ninguna de las dos anteriores novelas ni el libro de relatos de Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988), así que
este es mi primer contacto con su escritura. Tampoco soy un lector al cabo de
todo lo que se publica, pero puedo encontrar puntos de contacto entre “La
línea del frente” y otros trabajos de narradoras en el filo de lo real —lo acontecido, lo histórico— y lo representado o
reconstruido por la ficción —el simulacro, el engaño—, como Cristina Morales (Granada, 1985) y Elvira Navarro (Huelva, 1978).
El sustrato de esta novela
es el País Vasco atrapado en el ciclo de la violencia, tanto terrorista como policial-carcelaria, que se alimentan entre sí. No es una novela política, si entendemos la política como un enfrentamiento de
bandos. Más bien, una novela sobre los daños profundos que la lucha política —el
combate a muerte con bombas o con pelotas de goma— produce sobre la sociedad, en sus diferentes
capas, y particularmente sobre lo más íntimo de cada individuo: el modo en que
construye sus sueños, sus héroes y sus mitos.
“La línea del frente” socava
precisamente el mito del gudari, el guerrero
o soldado prístino del imaginario vasco. Pero también, en el nivel personal,
ejerce su derribo sobre otras construcciones románticas como el primer amor y
el sacrificio personal por una causa.
Su autora mantiene la
tensión narrativa con leves toques de thriller
en el escenario fantasmagórico de un complejo vacacional en el Cantábrico durante
el invierno, donde la protagonista es la única residente, con playas desiertas,
establecimientos turísticos cerrados y la ominosa presencia del centro
penitenciario El Dueso, irónicamente publicitado como el de mejores vistas de
España.
Aixa de la Cruz domina la ambientación realista al tiempo que incluye detalles perturbadores que hacen dudar de la veracidad de lo que está contando. Lo mismo sucede con las voces y psicología de sus personajes, minuciosamente construidos para finalmente ser demolidos por la revelación del fraude, el amargo fracaso del sueño de redención. El capítulo último, delirante, disuelve toda fantasía en una nube tóxica.
Aixa de la Cruz domina la ambientación realista al tiempo que incluye detalles perturbadores que hacen dudar de la veracidad de lo que está contando. Lo mismo sucede con las voces y psicología de sus personajes, minuciosamente construidos para finalmente ser demolidos por la revelación del fraude, el amargo fracaso del sueño de redención. El capítulo último, delirante, disuelve toda fantasía en una nube tóxica.
-- una reseña de Tive Martínez, 2018
-- "La línea del frente", Aixa de la Cruz (Salto de Página, 2017)
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