miércoles, 5 de julio de 2017

"Accidente", de Camino Román (reseña)



Apareció como de la nada con un título de lo más icónico, <3 <3 (2014), que llegaría a ser todo un superventas si no fuera porque se descargaba gratuitamente. Según cuenta la autora, lo hizo inspirada por el pionero en publicación virtual, Vicente Monroy. ¿Quién se encontraba detrás de ese nombre que parecía un seudónimo? Camino Román, insospechada estrella de la protozoica Alt-Lit en español, era una profesora de secundaria que mantenía los lazos con Veguellina de Órbigo, localidad de 2.000 habitantes en la provincia de León en la que nació.

Accidente se ha publicado este año como resultado de obtener el accésit del Premio Adonáis 2016. El jurado enlazó sus poemas con la sencillez y el humor de Gloria Fuertes y Wislawa Szymborska, cosa que no es disparatada, pero creo que también es importante señalar sus vínculos con aquello que estalló en torno a 2014, fecha de composición de algunos de los poemas del nuevo libro, y que hizo implosión en el verano del mismo año cuando apenas comenzaba a definirse como Lat-Lit, en referencia a su ámbito transatlántico. De ese modo, Camino Román pertenecería al linaje maldito, por lo transgresor, de otros singulares poetas como Óscar García Sierra  (Houston, yo soy el problema) o Ter (El poemario de las famosas).

Internet, redes sociales, sí, pero no como mero topoi para figurar joven y moderno sino porque son el lugar común y espacio natural de donde surgen los poemas. No he contado cuántos, pero la mayoría de Accidente son una respuesta a estímulos procedentes de tuits/gifs/emojis/chats, comentarios de diseñadores de moda/publicistas en entrevistas digitales. Todo ello incorporado a la vida cotidiana, que en el caso de la autora también incluye paseos con el perro a la orilla del río, partidos de fútbol amateur y manicura vietnamita.

Una prueba de la ausencia de pretensiones de estos poemas es la materialidad de títulos como "Tus piernas", "Galletas", "Pizza margarita", "Sudadera". En varios de ellos se atribuye la autoría a personas ajenas al poeta, en una suerte de poesía-eres-tú. Camino se mueve, en este sentido, como Bécquer, hacia un romanticismo crepuscular, capaz de enamorarse de unas zapatillas como de encontrar pequeñas revelaciones de amor transcendente en gestos cotidianos.  

Como rasgo de estilo que prueba su estirpe está la dicción fragmentaria, voluntariamente sin maña, despreocupada de poéticas clásicas ("Un alejandrino podría ser / Algo inventado por nosotros / Algo perfecto como podríamos ser nosotros") y con la lógica caprichosa de lo nerdy ("Conocí a Mark Strand el día en que se murió, digo conocí porque vi sus fotos, leí algún poema / A veces la muerte trae cosas buenas como por ejemplo que un periodista se acuerde de ti"). La escritura, la lectura, lo inesperado, el accidente: "La próxima vez que pase por tu calle me va a pillar un coche".

-- una reseña de Tive Martínez, 2107

-- "Accidente" de Camino Román (Rialp, 2017)

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