-- una reseña de Tive Martínez, 2016
Los libros en papel tienen
una difusión muy limitada, por motivos como el reducido número de ejemplares,
su corta exposición pública, a lo que se le suma —o más bien le resta— el lugar de edición y la propia lengua en que fuera escrito. Maneras
de traspasar las fronteras del tiempo y el espacio son la reedición y la
traducción a otras lenguas, siempre a la procura de nuevos lectores.
Es el caso de "Nunca quise detener el
tiempo", de la poeta mexicana Sara
Uribe, publicado originalmente en 2008 y que ahora recorre otros ámbitos
junto a su traducción, "I Never
Wanted to Stop Time" (2015, Medio
Siglo), a cargo de la profesora Victoria
M. Contreras. La edición bilingüe brinda nueva vida y nuevas posibilidades
a unos poemas que habían quedado atrás.
También por voluntad de su
autora, dado que estos poemas pertenecen a la primera etapa de su escritura. Se
trata de un poemario compuesto hacia 2005, y por lo tanto completamente pre-"Siam"
y pre-"Antígona González", dos libros de 2012 en los que Sara
Uribe mostró su evolución desde el neo-romanticismo inicial hasta la
experimentación más expresiva y la inclusión de los conflictos individuales en
la historia colectiva.
"Nunca quise detener el tiempo" se encuentra todavía detenido en los cuartos
cerrados de la memoria, pese a que su propio título delate una conciencia de
salida. Sara Uribe escribía entonces en un intento de recobrar lo que quedó en
el pasado, de tal modo habitan sus poemas ciertos fantasmas, deambulando por
casas deshabitadas y ruinas de la infancia.
Sus poemas trataban
entonces de retener a los ausentes. Para ello se valía de un lenguaje trabajado
una y otra vez hasta conseguir la dicción más bella e intensa posible, con la
ayuda de una sintaxis no conversacional y una musicalidad de sonata: "soy
tu sed tu sal tu soledad más sola". Fueron los tiempos de "la
memoria y su llovizna incómoda", de recorrer "el largo pasillo
de la memoria".
Pero también llegó a ser
consciente de la imposibilidad del regreso, cuando las palabras se muestran
incapaces de detener el tiempo y llega la tentación —y el último recurso— de callar: "dejaste de usar las
palabras / como un antídoto / dejaste que el silencio comenzara por fin a
apoderarse de ti". Cuando quizás lo más efectivo fuera la carta en
blanco: "dime si tu sed de mí se satisfizo / si por fin con mi silencio
algo logré decirte / si por fin con mi abismo".
Este libro del pasado de la
poeta ofrece, por otra parte, nuevas vías que explorará en poemas futuros.
Tenemos, por ejemplo, el tema de la huída y el destierro, el nomadismo, que son
centrales en "Siam", pero destacadamente toda una sección
última que es un ejercicio de escritura a partir de citas de otros poetas, que
se incorporan al propio poema. Es la transferencia de voces, la disolución del
yo solitario y egótico en las voces otras que dará como resultado "Antígona
González", uno de los proyectos de mayor resonancia en la nueva
literatura escrita desde México.
Para llegar a "AntígonaGonzález", Sara Uribe —y con ella cada nuevo lector en el tiempo y el
espacio— tuvo que escribir así esto:
he escrito mis palabras
sobre la fresca tinta de otras
he nombrado
con los nombres que otros dieron
mi casa
mi pan
mi tierra
he caminado encima de los pasos
que otros antes caminaron por mí
y he llegado
al mismo lugar que todos
-- "I Never Wanted to Stop Time", de Sara Uribe:
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