Aurora Munt, nacida en
Oviedo en 1998, se ha ganado el aprecio por sus poemas en círculos digitales,
por lo que había expectación ante el lanzamiento de su primer libro.
El título da una clave: poesía recortada, de bordes limpios, en los que la
oscuridad todavía se neutraliza porque Aurora retiene el grito (que quisiera
dar). Así, lo que sale a la luz está expuesto con claridad (se adivinan
lecturas de Chantal Maillard), pese a remitirse a borrones, a ruidos,
heridas y cicatrices.
La (au)tora, que se nombra en los poemas (y es llamada por otros,
evidenciando la queja inscrita en la primera sílaba de su nombre), comienza su
indagación desde la soledad y la incomunicación, que no es solo producto de la
timidez (o miedo al foco delimitador), sino que tiene raíces biológicas.
(Au)rora siente su cuerpo desposeído, desconectado de ella misma. Ve su
rostro en el caleidoscopio de un espejo roto, y no se reconoce. Su cuerpo, como
simple recipiente de genes familiares (defectuosos) y movido por hormonas
sexuales, sufre una enfermedad que cortocircuita la mente (epilepsia) y tiene
que cargar con la maldición de la muñeca: "Ser deseada / como una
presa, / un trofeo, / una medalla. / Bella, nunca querida."
Las ilustraciones en collage de la fotógrafa Henar Bengale resultan
por completo adecuadas al contenido: la verdadera Aurora que busca alumbrar en
los poemas.
-- "La luz delimita el espacio", de Aurora Munt (2015, Stillness & Blood Press)
-- una reseña de Tive Martínez, 2016
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