En
el césped sintético
donde
los adolescentes hacen botellón
tropiezo con
una tórtola muy quieta
como sentada sobre la capa
de plástico que finge ser hierba.
Lo
normal es que se espante ella
pero me espanto yo porque está demasiado tiesa
con el cuello rígido, las alas dobladas
las plumas perfectas, entre
colillas y latas
de bebidas energéticas.
Es una tórtola, quizás la que anida
en
la palmera del solar vecino.
No
es una paloma andrajosa de ciudad
llena de pulgas, pero
no se mueve
ni un milímetro.
¿Está muerta?
Una
hilera de hormigas rojas le pasa por delante.
Ni ella las mira ni las hormigas
la tienen en cuenta.
Le tiro un puñado de gravilla
que resbala por su lomo y hace sonar
una lata.
Ella ni se inmuta.
Lo
que da más miedo son su ojos,
negros, abiertos, redondos
que no pestañean.
¿Las
tórtolas vivas pestañean?
No tengo ni idea.
Se
me ocurre buscar un palo
y darle la vuelta.
Lo
cierto es que me horroriza
ver lo que haya
debajo.
Las
hormigas van a lo suyo
atiborrándose de azúcares.
Yo solo he salido a tirar la basura
así que me vuelvo a
los contenedores
y entonces escucho un aleteo.
Una
segunda tórtola
se ha abalanzado sobre la primera.
Me
quedo helado cuando veo
que le está dando golpes
picotazos
en el cuello
en la cabeza, en los ojos.
Por
un momento pienso
que está desesperada.
Pienso
en dos tortolitos
dos tórtolas enamoradas.
Me parece estar asistiendo
a un melodrama.
¿Pero qué
se yo de tórtolas?
No sé nada. Las veo volar
creo reconocer su canto y pienso que sé
distinguirlas de las palomas
porque tengo cultura.
Nada
que ver con los adolescentes
que fuman y
se cortejan en
el jardincillo
de césped artificial, pisoteando
bolsas de snacks y kebabs
medio devorados.
La tórtola no estaba muerta.
Con la cola en abanico
le muestra el culo a su pareja.
Ahora
están haciendo un baile o algo
arrastrando las alas
arrasando los vasos de plástico
las pieles de pipas.
Han deshecho la columna
de
ordenadas
hormigas.
Por respeto o por vergüenza
me
marcho antes de que esto
acabe siendo el National
Geographic.
Yo solo he
salido a tirar
la basura.
- un poema de Tive Martínez, 2024
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