Escribo este poema harto de seguir el juego del Poder. Harto del vocabulario épico de batallas, victorias y héroes, cuando la única certeza es el asesinato.
- a Carlos José Moreno, y otras víctimas de la dictadura en Venezuela
Para el muchacho que tenía 17 años, en menos de un segundo, se acabó el tiempo.
Hasta ayer era dueño de una
musculatura.
También poseía una red de
latidos que dotaba de oxígeno a sus células.
Indudablemente, las sinapsis
restallaban entre sus neuronas, y su
cerebro
chisporroteaba al cabo de la
calle.
Ostentaba, incluso, una
mirada.
Ahora solo puede entregar sangre.
Esa sangre, que ya no es suya,
corre a formar un charco en el suelo bajo sus ojos.
No era un héroe.
Los héroes no chapotean en
el asfalto.
Era un joven que caminaba,
como otros ciudadanos transeúntes, hasta que llegó la bala.
No hubo épica en su
asesinato.
No será, como fue de niño,
inmortal.
Puede que alguien, quizás el
mismo asesino, construya luego un relato con el que glorificar y dotar de sentido
a sus actos.
Solo hubo y habrá un cerebro
derramado.
Un corazón vertido, sin
vocación manantial.
-- un poema de Tive Martínez, 2017
-- fotografía de autor desconocido
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