lunes, 9 de enero de 2017

"GenES", de Zhivka Baltadhzieva (reseña)



Las palabras corrompidas se purifican cuando un nuevo hablante las devuelve a la vida. Es el caso de Zhivka Baltadzhieva (Sofía, 1947), búlgara por nacimiento y cultura, quien ha adoptado el español como residencia de sus traducciones y poemas propios.

Escarabajos de raro cristal amarillo, pliegues
de hojas esmeralda, agarrotadas garras traslúcidas,
sucios restos de plumas, pico abierto y los ojos
charcos.

La mirada nebulosa se agiganta, se cierne
sobre el infinito.

Trepan hormigas por la nubes.

Un pájaro roto por aquí, en ese taller
de desmontaje, trastorna lo inmediato,
lo inabarcable,

lo interior.

Por su larga trayectoria, Zhivka sabe de la belleza y el horror, la ternura y la violencia que, como toda creación humana, contienen las palabras. A diferencia de poetas que se hunden en el desengaño y la acritud, o al menos recurren a la ironía —o al humor negro, por nombrar a la polaca Wislawa Szymborska, con quien comparte percepción de la ausencia de distancia entre la eternidad y el instante— ella solo pregunta e indaga, porque carece de respuestas.

Acurrucarme en una vocal prolongada,

en la umbrosa mirada del paisaje.
Salvarme allí.
¿De la muerte? ¿De la vida?
¿De connotaciones y sugerencias?
¿Por qué ser consciente
y no simplemente respirar redención, redimirme?
El Gran Colisionador de Hadrones
recrea el principio y el fin,
mis inconsistencias,
mi amor absoluto,
el tóxico sueño del núcleo,
el filamento del horizonte sobre mi piel,

sobre tu piel.

Ese cuestionar constante la hace valerse del vocabulario científico —con sus raíces griegas, tan apelativas para un poeta— para tratar de dar nombre a una realidad que se encuentra en permanente cambio. Todo un ejemplo de método inductivo aplicado a la construcción de poemas que, en sus manos, resultan demoledores de certezas, críticos con la actualidad tecnológica —que no es tanta, pues ya existían, como ella sabe, cuchillos en Atapuerca— al tiempo que fascinada por la maravilla natural, cuando no estremecida al descubrir sus extravagancias:

Los telescopios pretenden haber visto

cómo un agujero negro
escupe una estrella y la expulsa
de la Galaxia...

- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

No, no hacemos otra cosa, no hacemos otra cosa,
excepto repetir y repetir,
repetir y repetir
los gestos

de lo no-orgánico.

Asistir al temblor de nuestro idioma, recién nacido en la voz pequeña de Zhivka Baltadzhieva, es una experiencia vivificante.



-- una reseña de Tive Martínez, 2017 

-- "GenES" ha sido publicado por Amargord Ediciones


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