domingo, 22 de enero de 2017

"CARDIOPATÍAS" de Oriette D'Angelo (reseña)






Oriette D'Angelo (Caracas, 1990) es una de las nuevas voces venezolanas con mayor reconocimiento entre sus coetáneos de América Latina, favor del que no es ajena su labor en las vibrantes páginas de DigoPalabraTxt. Éste es su primer poemario, varios de cuyos poemas han sido celebrados en redes sociales de lengua española.

Al mismo tiempo esta actividad digital se presta a malentendidos, como el de sumar su nombre a la Alt-Lit con ánimo de menosprecio. Quiero pensar que se debe al desconocimiento de la plurialidad de dicha comunidad de autores, a los que se suponen valores negativos como el solipsismo narcisista y la exhibición de una intimidad banal.

Todo lo desmiente el alcance de su escritura. Oriette parte de la vivencia del dolor en propia piel como ciudadana de la capital de un país enfermo. Es decir que desde un núcleo doliente abarca el cuerpo de toda una sociedad, cuyos males expone. Su poesía es, por tanto, profundamente política y ahí compartiría actitud con lo mejor de la Alt-Lit, aunque sus diferencias formales son muchas.

Esta postura política de la poeta no es producto de lecturas teóricas o consignas partidistas. Siempre surge de la experiencia cotidiana. Por ejemplo, del hambre:

"Nos dicen que aquí vale más el derecho a la alimentación que el derecho a la vida. Y morimos, pero comemos. En mi pecho se devoran paraísos, playas."

También se trata de una experiencia como mujer, que la conduce a escribir uno de los poemas sobre feminicidios más penetrantes que he podido leer, titulado "A los hombres no les gustan las mujeres rotas":

"Nadie sabe que es poco hombre
hasta que toca a una mujer
            para romperla."

En cuanto al aspecto formal, la poesía de Oriette D'Angelo reserva a detractores la sorpresa de una hermandad  con autoras-clave de la nueva poesía española, como Luna Miguel e Irene X. Las emparenta una expresividad que apura el poema hasta el epigrama ("Solo nos diferencia la enfermedad que escogemos / y la que nos imponen."), el recurso de la repetición y el ingenio verbal ("En caso de incendio, rompa el vidrio. En caso de incendio, rompa en llanto.") y una prosa poética que desarrolla cada imagen con amplitud:

"Después de tres intentos de socorro y una nevera vacía te digo: primero está el incendio que tú, primero la casa que tú y primero que tú estoy yo y yo y todo mi músculo desgastado. Que la ira no se apaga con el agua. Que el resentimiento es blidaje. Que la casa no se quema sin el cuerpo. Que nunca fuimos anatómicos ni vulnerables."

Desastres, accidentes, heridas íntimas y sociales. Enfermedad del corazón de todo un sistema que ha privilegiado la abstracción en detrimento de las personas:

"Basta que nos desvistamos para comprender
            que solo somos una necesidad."

 

-- una reseña de Tive Martínez, 2017


-- "Cardiopatías" de Oriette D'Angelo (Monte Ávila, 2016)

 -- spoken word del poema "Rodilla en tierra", por Tive Martínez en Soundcloud:

 

lunes, 9 de enero de 2017

"GenES", de Zhivka Baltadhzieva (reseña)



Las palabras corrompidas se purifican cuando un nuevo hablante las devuelve a la vida. Es el caso de Zhivka Baltadzhieva (Sofía, 1947), búlgara por nacimiento y cultura, quien ha adoptado el español como residencia de sus traducciones y poemas propios.

Escarabajos de raro cristal amarillo, pliegues
de hojas esmeralda, agarrotadas garras traslúcidas,
sucios restos de plumas, pico abierto y los ojos
charcos.

La mirada nebulosa se agiganta, se cierne
sobre el infinito.

Trepan hormigas por la nubes.

Un pájaro roto por aquí, en ese taller
de desmontaje, trastorna lo inmediato,
lo inabarcable,

lo interior.

Por su larga trayectoria, Zhivka sabe de la belleza y el horror, la ternura y la violencia que, como toda creación humana, contienen las palabras. A diferencia de poetas que se hunden en el desengaño y la acritud, o al menos recurren a la ironía —o al humor negro, por nombrar a la polaca Wislawa Szymborska, con quien comparte percepción de la ausencia de distancia entre la eternidad y el instante— ella solo pregunta e indaga, porque carece de respuestas.

Acurrucarme en una vocal prolongada,

en la umbrosa mirada del paisaje.
Salvarme allí.
¿De la muerte? ¿De la vida?
¿De connotaciones y sugerencias?
¿Por qué ser consciente
y no simplemente respirar redención, redimirme?
El Gran Colisionador de Hadrones
recrea el principio y el fin,
mis inconsistencias,
mi amor absoluto,
el tóxico sueño del núcleo,
el filamento del horizonte sobre mi piel,

sobre tu piel.

Ese cuestionar constante la hace valerse del vocabulario científico —con sus raíces griegas, tan apelativas para un poeta— para tratar de dar nombre a una realidad que se encuentra en permanente cambio. Todo un ejemplo de método inductivo aplicado a la construcción de poemas que, en sus manos, resultan demoledores de certezas, críticos con la actualidad tecnológica —que no es tanta, pues ya existían, como ella sabe, cuchillos en Atapuerca— al tiempo que fascinada por la maravilla natural, cuando no estremecida al descubrir sus extravagancias:

Los telescopios pretenden haber visto

cómo un agujero negro
escupe una estrella y la expulsa
de la Galaxia...

- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

No, no hacemos otra cosa, no hacemos otra cosa,
excepto repetir y repetir,
repetir y repetir
los gestos

de lo no-orgánico.

Asistir al temblor de nuestro idioma, recién nacido en la voz pequeña de Zhivka Baltadzhieva, es una experiencia vivificante.



-- una reseña de Tive Martínez, 2017 

-- "GenES" ha sido publicado por Amargord Ediciones


Glosando un poema viral

   "Para escribir una poesía que no sea política debo escuchar a los pájaros. Pero para escuchar a los pájaros hace falta que cese el b...