Es un río que ya no existe, por más
que yo vaya al río y busque en
los meandros
del recuerdo su caudal sublimado.
Mi mano no dejó huella en el
légamo.
Los cinco dedos se posaron sobre
la piel
del agua con la levedad del
mosquito.
Yo debería haber entregado
entonces
mi cráneo al río, y me lo
devolvería hoy
bien pulimentado, tal cual un
guijarro.
© José María Martínez / Tive, 2014 (fotografía: Sofía Santaclara)
http://sofiasantaclara.com
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